Luis AmayaEL REFRANERO POPULAR LO TIENE MUY CLARO; A LOS CUARENTA HAY QUE SER SABIO, MUY RICO, ESTAR CASADO Y CON HIJOS, TENER PISO Y EL FUTURO RESUELTO. PERO, ¿QUE PASA POR NUESTRA MENTE CUANDO LLEGAMOS A ESTA EDAD SIN VER REALIZADAS ESTAS ESPECTATIVAS CULTURALES?Señor de las cuatro décadas, no intente volver a los treinta, con esos cuarenta y tantos encima, usted deja huellas por donde camina... el cantautor guatemalteco Ricardo Arjona refleja en esta estrofa lo que el saber popular, que de esto sabe mucho, da por sentado; los cuarenta representan una etapa de transición en nuestra personalidad, una especie de virus existencial que comienza a brotar cuando escuchamos por primera vez que alguien sustituye lo de “joven” por “señor” al referirse a nosotros.“SI A LOS TREINTA NO ESTAS CASADO NI A LOS CUARENTA ERES RICO ...ARRE BORRICO”
Se trata de una de esas creencias populares que nacen descifrando una pauta social que se viene repitiendo en nuestra especie. Una etiqueta más de un cambio casi repentino en la conducta de muchos hombres y mujeres que navegan no muy plácidamente por su cuadragésimo aniversario.En efecto, hay una década entre la cuarta y quinta de nuestra vida donde parece que se nos amontonan casi todas las inquietudes existenciales. Ya Victor Hugo lo dejaba claro: “Los cuarenta son la edad madura de la juventud; los cincuenta la juventud de la edad madura.”Desde la perspectiva actual podríamos mantener que se trata de la mitad de nuestro recorrido por este mundo, y traspasar este umbral entre lo que fuimos y lo que seremos no parece fácil.Cumplidos los treinta comenzamos a tomar consciencia de lo que dejamos atrás, nostalgia hacia un tiempo pasado cargado de espontaneidad y cierta irracionalidad. De ahí en adelante los años parecen acelerarse mientras nos pesa cada vez más nuestra responsabilidad social.Y entonces, llegan los cuarenta, esos donde, como afirma García Márquez,:se aprende a decir no cuando es no, y parecen llegar acompañados de una buena carga de inseguridad, dudas e incertidumbre para unos y de seguridad y nuevas certezas para otros.
LA FRONTERA DE LA MADUREZ Los cuarenta son percibidos como un tobogán por el cual nos precipitamos a la vejez y, sin duda, es un momento de cuestiones:¿Hemos cumplido con las expectativas planteadas en nuestra juventud?.¿Tenemos ya una profesión, coche y vivienda propia?¿Hemos asegurado nuestro sustento y el de nuestra familia.. si la tenemos?¿Hemos viajado, conocido mundo, aprovechado nuestra juventud?De las respuestas a esta preguntas parece depender la calidad y cantidad de esta etapa llamada también crisis de la media vida o de la madurez.A más respuestas negativas mayor frustración, decepción e insatisfacción por una labor “no cumplida”. Y tal vez, miedo a seguir adelante como ya lo advertía el eterno Salvador Dalí: muchas personas no cumplen los ochenta porque intentan durante demasiado tiempo quedarse en los cuarenta.NO DISCRIMINA SEXOSAunque la crisis suele depender del grado de satisfacción que tengamos con nuestra vida y tiende a ensañarse de forma especial con la baja autoestima e inseguridad, no parece darle ninguna importancia al sexo de las víctimas. Tanto hombres como mujeres se convierten así en su objetivo ensañándose en sus temores, insatisfacciones y frustraciones.Para ambos, la piel comienza a perder su tersura, la cintura se ensancha, la musculatura pierde firmeza y la cara refleja ya el paso del tiempo. El sexo se convierte en un objetivo recurrente y la búsqueda de nuevas experiencias rememoran aquellas pasiones perdidas y suplen con erotismo la libertad sexual de la que hoy disfrutan los nuevos jóvenes.Esta confesión de Lidia escrita en un foro dedicado a la “mujer en crisis” podrían asumirla como propia muchos de nuestros lectores, de un sexo...o de otro: “Hola, os cuento, tengo 39 y estoy felizmente casada, con dos niños, tengo una vida sexual sana y amigos estupendos. Pero de un tiempo a esta parte empiezo a sentirme atraída por lo que hay fuera de mi vida familiar, no sé explicarlo... es fascinación, ganas de experimentar algo nuevo, de salir del círculo en el que me siento encajonada. No es por un hombre determinado sino por el mundo que hay fuera de mi ámbito. A veces me encantaría salir, bailar, divertirme de una forma más despreocupada y sin pensar en nada más. Salgo con mi marido pero no es lo mismo porque de una manera o de otra me siento atada al hogar cuando estoy con él”.Crisis o no, las palabras del Shopenhauer no dejan de ser una sentencia: “Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario”.
Cambios físicos y psiquicos comunes a esta edad.MUJERES. Están próximas a la menopausia o ya llegaron a ella.
. Algunas tienden a engordar, hay pérdida de cabello, padecen insomnio y su ciclo menstrual se alarga, aumentando el sangrado.
. Existe una mayor riesgo de padecer varias enfermedades como osteoporosis, diabetes, enfermedades cardiacas, etc.
. Es común que quien llega a este periodo empiece a resentir falta de lubricación vaginal y deseo sexual, lo cual hace que los encuentros eróticos se vuelvan un tanto incómodos.
. Se enfrentan a estados depresivos o de angustia, por que ya no se sienten jóvenes ni atractivas como antes.
. Aparecen sentimientos de desesperanza, ya que por un lado los hijos comienzan a ser independientes y se alejan poco a poco, y por el otro lado se tienen que enfrentar a la rutina matrimonial.
. Ante la necesidad de sentirse como cuando joven, practican ejercicio o se somete a cirugías o tratamientos.
. Intentan sobresalir en el ámbito laboral, lo que a menudo la sitúa en un estado de estrés y depresión.HOMBRES. Deterioro corporal, que dependerá en gran medida del estado de salud, de la alimentación y del ejercicio físico realizado años antes.
. Aparece la preocupación por las enfermedades, comienzan los chequeos médicos y en ocasiones una cierta actitud hipocondríaca.
. Existe una mayor tendencia a engordar, van apareciendo las primeras arrugas y el cabello se cae o se vuelve más canoso.
. Hay desilusión por lo proyectos juveniles que se han postergado.
. Cansancio por todas las responsabilidades que tiene y que cada vez le pesan más.
. Momentos de depresión y de ansiedad, debido a que existe una lucha muy dura entre lo que quiere hacer y lo que debe hacer.
. Busca experiencias de riesgo o atrevidas a fin de evitar la sensación de tiempo perdido o de aburrimiento. Quiere practicar algún deporte extremo y cambiar su imagen.
. Tienden a salir con personas más jóvenes, incluso puede haber infidelidades.
. Mantiene una postura apática ante el sexo con su pareja. En el fondo tiene miedo a la vejez y las consecuencias que ello conlleva.
Ventajas de la
crisisPSICOLOGA. Esther ReyesEn ciertos momentos de nuestra vida nos invade un profundo malestar. Para algunas personas, uno de estos momentos coincide con la estabilización de ciertas adquisiciones (trabajo, pareja, vivienda), con la etapa en la que la idolatrada juventud comienza su despedida. Es la conocida como crisis de la mediana edad o crisis de los cuarenta. En tales circunstancias, adscribirnos, sin más, a estas etiquetas supone una limitación; es decir, para comprender mejor un fenómeno nos podemos apoyar en la experiencia y en los datos acumulados, mas esto no debe servirnos como excusa para no afrontar el reto, pues una crisis, al margen del momento vital en que ocurre, es una oportunidad para la revisión y actualización de nuestros intereses, valores y metas. Cuando nos encontremos ante determinadas señales, tales como insatisfacción, vacío y desasosiego formulémonos las siguientes preguntas: ¿qué ha cambiado?, ¿qué elementos del pasado ya no me valen?, ¿qué necesito?. Contestémonos con sinceridad y atrevámonos a introducir en nuestras vidas las modificaciones precisas, al ritmo que cada cual intuya como propio. Iniciemos el proceso de convertirnos en nosotros mismos, busquémonos en nuestro interior, echemos mano de nuestro timón y dejemos de “mirarnos” en la brújula de los demás.